Esta enfermedad ha sido descripta en 1861 por el médico Prosper Ménière y todavía no se ha encontrado ninguna cura clínica eficaz contra la misma.
Tampoco hay solución quirúrgica pues el resultado suele ser una calidad de vida inferior para el paciente.
Tampoco se conoce el origen de la misma.
En medicina justamente estas dos cosas suelen estar unidas, es decir cuando no se conoce el origen (etiología) se suele implementar una terapéutica inadecuada.
En este caso se confunde la sintomatología de esta enfermedad pues parece iniciarse en el oído produciendo acufenos (zumbido en el oído), hipoacusia y mareos.
En realidad este es un efecto secundario de la enfermedad, que comienza en el intestino delgado (enteritis).
Y se comunica con el oído a través de su meridiano que finalmente concluye en éste.
En ese sentido la medicina tradicional ha acertado con ciertas causas de esta enfermedad, ya que gracias al fino y meticuloso interrogatorio que realiza (anamnesis) ha detectado que algunas sustancias como la cafeína y la aspirina pueden ser desencadenantes de la misma.
Lo que desconoce es por qué estos factores producen la Enfermedad de Ménière. Pues bien la razón es muy simple: porque estas sustancias producen enteritis.
Y acá si se me permite voy a hacer un comentario sobre estos dos factores.
No especialmente sobre el café, ya que hay múltiple información sobre esta infusión, que podrá ser muy rica y estimular un poco la actividad cerebral y otras. Y por supuesto también ser consumida en alguna ocasión en que se cometa algún abuso en bebidas y comidas.
(Por ejemplo para contrarrestar los efectos del alcohol). Pero debido a su naturaleza adictiva, su acostumbramiento y su consumo a veces varias veces por día son muy dañinos para todo el tracto digestivo.
En lugar de consumir un café al levantarse porque sino la persona se siente sin energías, mejor es pensar en todos los desarreglos alimentarios que realizaron el día anterior y que son los causantes de la enteritis y a causa de ésta que inicien el día sin energías.
Ya que la energía se obtiene de los alimentos en el intestino (Ciclo de Krebs) para entregarla al resto del organismo, y cuando se irrita el intestino, el primer síntoma es el cansancio y la falta de resistencia física.
Todos debieran levantarse con grandes energías (ya que vienen de descansar!). Por lo que la medicina convencional debiera agregar al Síndrome de Ménière el cansancio y la falta de resistencia física, como así también una severa enteritis.
También hay otros síntomas asociados, como dolor en la parte superior de la espalda y cuello (trayecto del meridiano de Intestino Delgado antes de arribar al oído. Ver diagrama), micción frecuente y nicturia (orinar a la noche).
Asimismo, la alteración del meridiano de intestino delgado produce emotividad acentuada, ya que este meridiano que regula su propia piel o epitelio (decidiendo así lo que entra o no entra al organismo), tiene según la medicina china la función global de regular todos los demás epitelios del organismo y (aunque Ud. no lo crea) regula también las pieles psicológicas (o defensas como se dice en psicología), convirtiendo a la persona en un ser vulnerable que se conmueve por cualquier cosa hasta las lágrimas, o sino hace ingentes esfuerzos para contenerlas.
Y recuérdese también que el origen del 80% de los cánceres es epitelial.
Otra cosa que ha detectado la medicina tradicional es que se producen edemas en ciertas partes del oído interno, por lo que ha concluido, un poco apresuradamente, que hay que reducir el consumo de sal para reducir el edema y atemperar esta enfermedad.
Ésta no sería del todo una mala medida. Pero lo que realmente sucede es que otra de las importantísimas funciones del intestino es la absorción de líquidos y cuando se inflaman los 7 metros de intestino delgado que tenemos todos (los “chinchulines” como le decimos los Argentinos), se descalibra su función de absorción de líquidos, y se edematiza no solo el oído interno (laberinto membranoso dilatado o Hydrops) sino la totalidad del organismo.
Es decir, hay que ir a las causas. Y el otro factor al que me refería es la tan famosa y loada aspirina. Todos hemos experimentado alguna vez el alivio a un dolor (cefalea, etc.) que produce esta droga. Sin embargo el abuso que se hace de la misma, cada vez para distintas funciones es directamente descomunal. Especialmente cuando se consume en términos diarios. En los últimos años se la utiliza para fluidificar la sangre, cuando hay colesterol o amenaza de infarto (ver artículo sobre el colesterol en esta misma página web), cosa que podría pensarse que está bien.
Pero lo que realmente habría que hacer es corregir los factores etiológicos (causas) que producen dicho aumento del colesterol y corregir eso.
(La cuestión se hace más compleja aún cuando ya se ha colocado un “Sten” dentro de una arteria). Pero los efectos secundarios del consumo diario de aspirina son devastadores, no solamente produciendo una severa enteritis, que a su vez es fuente de innumerables enfermedades, entre ellas el Síndrome de Ménière, sino alterando el epitelio de los vasos sanguíneos (endotelio) y produciendo hemorragias en todo el organismo, desde un derrame cerebral, produciendo hemiplejia, hasta uno en la vista produciendo ceguera, etc.
Y por supuesto hay muchos otros factores que producen enteritis: los alimentos fabricados (que salen de una cajita, sobrecito o lata, etc.), los plaguicidas, fertilizantes, alimentos transgénicos, los lácteos no humanos (cuyo consumo es un error colosal de la humanidad) y sumado a todo ello la mala combinación de los alimentos (no se puede comer todo junto, ver tabla), etc.
El resto de las medidas que propone la medicina convencional para este mal son atacar los síntomas de la misma. Y la mayoría de los remedios, como anti-inflamatorios, por ejemplo, irrita la mucosa intestinal, por lo que en definitiva termina agravando la enfermedad. La enfermedad aparece y desaparece sin saberse por qué; aunque en los períodos “benignos” suele quedar una hipoacusia residual o acufenos.
Acá también la respuesta es muy simple: la enfermedad recrudece en los períodos en que el paciente realiza una alimentación peor. Y para terminar este breve artículo quisiera citar las observaciones de Lacour (1977) que describe que esta enfermedad se suele acompañar de una inusual sensibilidad a los estímulos visuales, como así también la movilidad inconsciente y espasmódica de los ojos (Nistagmos).
Esto también se explica por el meridiano de Intestino Delgado (En Oriente se denomina Tae Yang (de la mano)), que no solo termina en el oído, sino que por un ramal interno se dirige hacia el ojo, para después continuar por la espalda hasta los pies (Tae Yang del pie).
La Enfermedad de Ménière especialmente en su estadio inicial se cura totalmente sin dejar secuelas siguiendo los preceptos alimentarios que se describen en este sitio.
Cuando está muy avanzada y ya hay alguna atrofia la enfermedad al menos puede controlarse y los síntomas disminuyen, brindando una calidad de vida mejor para el paciente.
Como se aprecia, la frase pronunciada hace más de 2000 años por nuestro querido Hipócrates: “Que la dieta sea tu remedio”, parece venirle muy bien al Síndrome de Ménière.