La alimentación del bebé comienza desde el mismo momento, o antes, en que se decide tener un hijo.
Los padres antes de la concepción deben comer bien (ver artículo alimentación), es más, muchas veces la naturaleza sabiamente impide el embarazo cuando la madre está haciendo una dieta inadecuada, y lo habilita cuando ésta ordena su alimentación.
Ni que hablar durante el embarazo en que si bien hay ciertos elementos que serán detenidos por la denominada “barrera placentaria”, hay muchos otros que por el contrario la pasan olímpicamente.
La madre debe mejorar en mucho su alimentación habitual ya que está ocupándose de metabolizar los deshechos de dos organismos (o más).
Incluso hay una enfermedad la “toxemia gravídica” que puede llevar a la madre y/o al embrión a la muerte.
Por ello y aunque el organismo de la madre pueda requerir algún alimento en especial, no es admisible que bajo el pretexto de los “antojos” la madre ingiera 4 alfajores o cualquier otro despropósito que se le ocurra.
Una vez producido el nacimiento debe continuarse con la buena alimentación de la madre pues también durante la lactancia pasará al niño los desaguisados que realice con su propia alimentación.
El no poder amamantar a un niño es algo que nunca debería suceder, y de producirse esa situación debe buscarse una nodriza que lo haga. El reflejo de succión en el bebe es máximo 30 minutos después del parto y hay que aprovecharlo.
Hay ciertos alimentos que pueden favorecer la producción de leche por parte de la madre, como ser la avena, los brotes de alfalfa y las almendras, maníes y demás frutos secos.
No se trata solamente de que el niño alimentado a pecho recibe (además de todo lo que implica psicológicamente) los anticuerpos y defensas que posee la madre. Sino que de alimentarlo con leche de otros animales, maternizada, deslactosada o simplemente artificial se produce un daño en el lactante cuyas implicancias son difíciles de determinar en especie y duración, pero sin lugar a dudas existen.
Pasados los primeros 4 a 6 meses de pecho exclusivo, se puede comenzar a incorporar otros alimentos. En forma paulatina, de un alimento por vez y viendo su efecto en el confort y las deposiciones del lactante.
Los alimentos deberán ser triturados y también ser paulatinos en la cantidad. La capacidad gástrica aumenta de 20 a 200 ml en el primer año.
Se comenzará intercalando a las tomas de pecho con vegetales, preferentemente orgánicos, muy frescos y no sobre-cocinados, como ser el zapallo, la calabaza, el zapallito sin semillas, zanahoria, con un poco de aceite de oliva de buena calidad y sin agregar sal, aprovechando los jugos de cocción que deben ser pocos para conservar los nutrientes.
Asimismo y en forma separada las frutas como la manzana y luego la pera. Después se agregarán los cereales sin gluten como la polenta gruesa tradicional y el arroz integral hecho puré (no del tipo yamaní pues suele contener cascarilla externa al grano que es irritante del delicado tubo digestivo).
Nunca mezclarlos entre sí, ni con la leche materna. Mas adelante en este período de los 6 meses al año de vida se irán incorporando las carnes desmenuzadas y mezcladas con verduras. Comenzando con el pollo orgánico (que no existe porque lo suelen alimentar con alimento balanceado, pero es por supuesto mejor que el común).
Y luego las carnes bovinas magras y por último los pescados (que tienen más poder alérgeno) blancos como merluza, brótola, por supuesto desmenuzados y minuciosamente revisados para que no contengan ningún resto de espinas.
Cuando se incluyan las proteínas animales, ya no se intercalarán con las mamadas sino que remplazarán a una de ellas. Ya que deben estar lo suficientemente separadas, (Teniendo en cuenta la Tabla de Combinación de Alimentos) unas 4 horas.
El huevo duro (bien cocinado) mezclado con alguna verdura puede también incorporarse en esta etapa (empezar con ¼ de huevo).
Las legumbres son alimentos muy sanos pero muy poderosos por lo que deben consumirse en pequeñas cantidades y mezclados con verduras a partir del año y medio (lentejas, arvejas, chauchas (o judías verdes), siempre de un tipo por vez y previamente licuadas).
Cuando se inicia la alimentación extra-mamaria debe proveerse, fuera, al menos media hora de las comidas, de suficiente agua, para facilitar el metabolismo y la hidratación, especialmente en climas cálidos.
Por supuesto que al igual que con los adultos eliminamos los lácteos no maternos y los azúcares y cereales refinados y todos aquellos alimentos que sean “fabricados” (en especial los postrecitos recomendados por la televisión) y no provengan directamente de la naturaleza.
Es un breve resumen, que no incluye la muy abundante bibliografía sobre este tema, pero creo que cumple con su objetivo de ser una pequeña guía que junto con la tabla de combinación de alimentos orientará a las madres sobre la alimentación de sus niños.